lunes, 23 de marzo de 2015

AQUÍ EN MI ALDEA

Aquí en mi aldea donde hace 12 años había grandes fábricas, en donde hace 8 años se levantó uno más de los centros del buen vivir, donde hace 4 años  llegó el panal de la cultura y junto a él, la zona imperial. Todo esto cambió el rumbo del lugar en donde vivo. En menos de 5 años la población creció de 40 a 100 habitantes por hectárea, en donde en los últimos tres años han llegado a vivir 30 mil familias más a la zona, el número de supermercados se triplicó, y ahora esto es resguardado por guardias, cámaras, mucha  gente y caos vial…



Hace un mes tuve la oportunidad de visitar Sibacá, una comunidad indígena de 1,390 habitantes en Chiapas en donde no hice más que disfrutar del lugar y de su gente. Estando ahí pude darme cuenta de como viven. De la montaña que los abraza, de la calidad de sus alimentos en su mayoría cosechados en sus huertas, de la cercanía de todo, desde las escuelas hasta las mismas casas de todos ellos. Del gran valor y respeto que se les tiene a las personas mayores de quienes siempre se busca aprender más, del celo con que se cuidan las costumbres y tradiciones, de la alegría predominante en todo momento, de niños creciendo en libertad sin los fantasmas de la inseguridad. 

¿Cómo podría esta forma de vida interpretarse de manera discriminatoria?

Hace unos meses he venido encontrando la respuesta en memes de redes sociales con frases que terminan en “otl”, haciendo alusión a la lengua Náhuatl y otros que inician con frases como “Allá en tu aldea” y que son ilustrados con imágenes indignas de personas indígenas. He leído todo tipo de opiniones y un par de artículos al respecto y, básicamente me he encontrado con 4 posturas diferentes: Hay quienes muestran indignación y desacuerdo, hay quienes opinan que ya es un tema viejo y que no hay nada que hacer, están aquellos que como medida de rechazo solo deciden ignorarlos y está el grupo de aquellos que insisten en que solo es humor mexicano, que resulta inofensivo.

Yo pertenezco al grupo de la indignación y el desacuerdo, en donde parte del argumento es que las personas que publican este material y aquellas que interactúan con él por diversión, demuestran un importante grado de ignorancia sobre el tema indígena. 

En el año 2010 el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) llevó a cabo la Encuesta Nacional de Discriminación, en donde una de las preguntas fue “¿Qué tanto se respetan o no se respetan los derechos de…?” Y los derechos indígenas resultaron ser los menos respetados con 44.1%, seguidos por los derechos de los homosexuales con 42.2% y los de los migrantes con 40.8%. 

Esta misma institución publicó en el año 2012 la investigación “Reporte Sobre la Discriminación en México” y de acuerdo con sus conclusiones, la condición de discriminación indígena perdurará debido a que tiene como base un pasado autoritario. Parte de la investigación señala que “Si persiste la discriminación es porque está muy enraizada en las estructuras sociales, políticas, económicas, culturales, jurídicas, estéticas, etc., …”

Es importante reconocer que la falta de información sobre nuestros pueblos indígenas (sus culturas, sus tradiciones, sus  costumbres, ritos y su cosmovisión), nos crea barreras para aceptarlos como parte de este México contemporáneo, en donde nos ha ganado la carga histórica y el recuerdo de cuando indígenas y mestizos fueron objeto de racismo durante el periodo de la conquista española.

María Elisa Velázquez, en su momento Presidenta del Comité de la Ruta del Esclavo de la UNESCO y Francesca Gargallo, escritora mexicana, coinciden en que en México existe una problemática de racismo oculto que tiene que ver con la falta de reconocimiento de nuestro pasado debido a perjuicios y por otro lado, el desconocimiento de nuestra cultura.

Para aquellos de la postura del “simple humor mexicano inofensivo”, me parece importante que sepan que, las lenguas indígenas se están perdiendo debido a la discriminación. Lo que ocurre es que, debido a este problema los jóvenes indígenas cada vez se sienten menos cómodos hablando sus lenguas. Ha sido también gracias a la discriminación que los procesos artesanales se han ido diluyendo. ¿Sabían que en el año 1991 México se encontraba entre los 5 primeros países exportadores de artesanía? Hoy, de acuerdo con un estudio realizado por el gobierno de Ecuador, México no aparece ni siquiera en los primeros 20. Y ni hablar de ritos, y costumbres que se han dejado de practicar debido a la perdida de pertenencia que muestran algunos indígenas dentro de sus comunidades. Todo esto es causado entre otras cosas, por la discriminación hacia nuestras raíces. Otro problema grave de la discriminación es el acceso a  la justicia  para personas indígenas, el cual de acuerdo con la CONAPRED, “se ve obstaculizado por diferencias de lenguaje, la estigmatización y el menosprecio por la diversidad cultural”.

La discriminación indígena es una realidad que solamente podremos revertir si logramos revalorar nuestros orígenes. Podemos generar una sociedad inclusiva aceptando la presencia de los grupos étnicos y el tesoro cultural del que ellos son guardianes desde épocas prehispánicas.

Tomando lo dicho en cuenta decidí imprimir las imágenes de Sibacá no solo en mi mente y corazón, si no representarlas de la única forma que yo considero posible.


En Tesoros Indígenas estamos convencidos que son las pequeñas acciones las que pueden iniciar los grandes cambios, y por eso, hemos desarrollado una campaña de memes con el título “Aquí en mi aldea…” en donde, con mucho orgullo les mostramos como viven las artesanas indígenas de Sibacá. La campaña está formada por 8 memes que serán publicados a lo largo de dos semanas en www.facebook.com/Tesorosindigenas a partir del miércoles 25 de Marzo a las 6pm. 

viernes, 20 de marzo de 2015

PROYECTOS PRODUCTIVOS, UNA SOLUCIÓN SIN ESTRUCTURA

          En las últimas semanas he tenido la oportunidad de convivir con gente que, como yo, trabaja directamente con personas de diferentes grupos indígenas, y todos coincidimos en lo mágico y enriquecedor de esta experiencia. Lo que nos hemos encontrado en estas comunidades es gente que al principio puede parecer huraña, temerosa y con resentimiento social, sin embargo, una vez cruzada la línea de la confianza es evidente que es gente buena, noble, con expectativas de vida y con disposición para trabajar. Y es justo este uno de los principales problemas que enfrentan:  la posibilidad de encontrar trabajos dignos.




La lejanía de las comunidades indígenas con los centros económicos locales y el bajo nivel de escolaridad son algunas de las principales limitantes con las que se topan al momento de buscar empleo. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), del total de la población indígena económicamente activa, el 70.1% de los hombres se encuentran ocupados, mientras que en el caso de las mujeres aplica solamente para el 21.7%. El mismo estudio señala que las actividades económicas en las que se desenvuelven son como empleados, jornaleros, peones (como el triste caso de los indígenas Tarahumaras de Baja California) o comerciantes, y estadísticamente con sueldos más bajos que personas catalogadas como “no indígenas”. Esto no hace más que abonar a la situación de pobreza que presentan estos grupos.

Me ha tocado ver como están acostumbrados al sistema paternalista que desde siempre les ha ofrecido el gobierno. ¿Qué si estoy de acuerdo con esto? No. Pero lo cierto es que no les hemos ofrecido ningún otro sistema que les funcione y hoy son pocas las opciones económicas con las que cuentan.

De acuerdo con datos del  “Programa Especial de los Pueblos Indígenas 2014-2018” que publica el Diario Oficial de la Federación el 30 de Abril del 2014, el reto más importante en lo referente al Desarrollo Económico, es el desarrollo de opciones productivas que se traduzcan en el incremento y permanencia de las fuentes de ingreso de la población indígena garantizando la autosuficiencia económica. Sin embargo el mismo documento señala que tan solo el 7% de los programas sociales vigentes se orientan a actividades productivas, lo cual suma muy poco a la causa.

Por otro lado, entre algunos de los problemas para la implementación de proyectos productivos exitosos se encuentra: La falta de conocimiento de los grupos con mayores niveles de marginación para acceder a este tipo de apoyos, las dificultades crecientes para el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, la carencia de recursos y capacidades para insertarse en mayores escalas de producción y el limitado acceso al financiamiento, la ausencia de tecnologías y una pobre organización para la producción y comercialización. Estas dificultades forman parte de un círculo vicioso difícil de romper. Tan solo en temas turísticos, en la década del 2000 al 2010 se realizó una inversión superior a los $25mil MDP en proyectos productivos indígenas, de los cuales  solo el 4% resultaron ser proyectos con operación sostenible.

Sin duda la implementación de proyectos productivos sí es una solución viable para la generación de mayores ingresos en comunidades indígenas pero no es una tarea que el gobierno sólo pueda estructurar.


Para lograr proyectos productivos exitosos es necesaria la colaboración de cuatro frentes: En primer lugar el gobierno en sus tres niveles activando causas sociales. En segundo lugar la iniciativa privada sumando a los programas estructura y estrategias empresariales funcionales. Tercero las casas de estudio que aporten el valor del conocimiento y la evaluación del progreso en las diferentes implementaciones. Y por último una organización encargada de coordinar todos los esfuerzos hacia la causa en común. Esta puede ser una solución integral que trace nuevos matices en la realidad de las comunidades indígenas en México.