jueves, 12 de febrero de 2015

UNA VISIÓN EN DONDE MÉXICO CAMBIA

    La semana pasada tuve la oportunidad de ir a Zona MACO (México Arte Contemporáneo), la feria más reconocida de arte contemporáneo de América Latina. Sin ninguna duda fue una experiencia llena de magia, de contrastes, de nuevas visiones, de muchos colores, y de artistas comprometidos con una sociedad en constante movimiento y evolución. No voy a mentir, regresé a casa también con un gran vacío. Me quedé con ganas de ver la influencia prehispánica en el arte contemporáneo de vanguardia, pues de esto no encontré nada. ¿Será esta una prueba de lo separados que están el México indígena del México contemporáneo? 



He sido testigo del gran talento que hay en los artesanos de las diferentes comunidades indígenas de México. Los textiles de Chiapas, el papel Amate de Puebla y la alfarería Rarámuri de la Sierra Tarahumara  son muy pocos ejemplos de la variedad y riqueza artística que tenemos en nuestro país. Conozco la excelente calidad de las piezas, la dedicación que los diferentes artífices imprimen en su trabajo y la frustración por no poderlo dar a conocer debido a las limitaciones de recursos y ubicación.

Atribuyo la ausencia de artistas indígenas en la feria, no a la falta de talento, si no más bien a la falta de acompañamiento. Hemos descuidado de tal forma a nuestros artistas indígenas, tal vez con la intención (o quizá con la excusa) de conservar con gran esmero sus costumbres y su esencia, que los hemos condenado a la eterna producción de artesanía para la venta en tiendas de recuerdos o para la exhibición en salas de museo con muestras antropológicas. No nos hemos preocupado por cultivar a nuestros artistas, no hemos sido capaces de proveerles las herramientas necesarias y el contexto cultural actual. ¿Cómo podría un artista hacer obras contemporáneas si vive con carencias importantes y en una zona remota con cierto dejo de pasado? ¿Cómo podría llegar un artista indígena a Zona MACO si no hay quien le guíe en el camino de la frontera del arte? 
Al no incitar la reinvención y evolución de la visión artística indígena como el resto de los movimientos culturales, se ha disminuido su valor hasta hacerlo insustancial para exposiciones artísticas contemporáneas, abriendo una grieta cultural cada vez más difícil de sanar.

Considero necesario llevar a cabo políticas públicas impulsadas por instancias como la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), que permitan encausar a artistas indígenas que cumplen los requisitos de talento, propuesta cultural, discurso y trabajo duro. Estoy segura que de haber presupuesto y dirección para potenciar a estos autores, la influencia prehispánica tomaría una importancia relevante y sumaría puntos a esta identidad multicultural de la que somos parte. 

Me gustaría terminar invitando a artistas, escuelas de arte y diseño, galerías y curadores para generar acciones en conjunto. Para que sean los guías de algún artesano o grupo de artesanos que enfocan su talento a una visión que pudiera parecer rezagada. Por mi parte, con el respaldo de Tesoros Indígenas, puedo brindar la ayuda necesaria para ubicar al artista indígena que cumpla con las características que su proyecto requiera y a documentar cada etapa del proceso.


Zona MACO 2016:  Nuevas propuestas / Nahuají Abi, Sierra Tarahumara. ¿Se Imaginan?

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